Una contundente votación de sectores conservadores respaldó el controversial proyecto del gobierno de Emanuele Macron. Pese a las masivas protestas en contra por largos dos meses, el Elíseo evitó llevarlo a votación en la Asamblea Nacional.
Desde que fue anunciado la calle se opuso, en un país donde aumentar la edad de jubilación desde los actuales 62 a los 64 años para 2030, y adelantar para 2027 la exigencia de cotizar durante 43 años de trabajo y no 42 años para poder obtener una pensión completa, como hasta ahora, es considerado como una verdadera usurpación de derechos ya consagrados por el Estado de bienestar. De modo que Macrón se ha encontrado con que -según los sondeos de opinión pública- dos de cada tres franceses se oponen firmemente a tal reforma. de 193 votos a favor y sólo 114 en contra, más 38 abstenciones,
Pero Macron optó por cortar por la tangente. Ello, porque la abultada mayoría de votos permite al presidente adoptar su reforma sin el voto de los diputados de la Asamblea Nacional, arriesgando, eso sí, la caída de su primera ministra Élisabeth Borne, por una moción de censura y con el recrudecimiento de las protestas en las calles.
Ante el temor de no lograr los votos legislativos necesarios para la reforma, la ministra Borne activó el artículo 49.3 de la Constitución en una caótica sesión de la Asamblea Nacional, donde los diputados la acogieron con gritos en contra y carteles que rezaban “¡64 años NO!”, mientras cantaban La Marsellesa, obligándola a forzar la voz para anunciar la decisión del gobierno al micrófono: “No podemos hacer apuestas sobre el futuro de nuestras pensiones” se le oyó decir en medio de la caótica sesión.
Era la 100ª activación desde 1958 -en tiempos del insigne Charles de Gaulle- de tan polémica herramienta legal. Esta suerte de victoria a lo Pirro del presidente Macron se logró gracias a una cámara compuesta mayoritariamente por legisladores conservadores. Pero para llegar hasta ahí, el primer mandatario galo debió sostener dos reuniones previas este jueves, a saber un desayuno y un almuerzo en el palacio del Elíseo, con los jefes de los grupos parlamentarios favorables a la reforma. Era la forma de determinar si lograba el suficiente apoyo entre los diputados como para aprobar la reforma en la Asamblea Nacional. Pero como aquello no parecía totalmente seguro, se tomó la decisión de proceder a invocar el referido artículo 49.3 de la Constitución, que permite convertir en ley una enmienda o reforma constitucional que hubiera sido aprobada tan sólo por una de las dos Cámaras.
Ahora, la única manera de impedir su aplicación es que los diputados presenten y aprueben una moción de censura contra el gobierno, la que se debatiría en los próximos días. De hecho, la líder ultraderechista Marine Le Pen ya anunció una iniciativa en tal sentido.
De hecho, el diario liberal L’Opinion ya había advertido que el uso del artículo 49.3 “reforzaría la imagen de ‘brutalidad’ del poder de Macron y alimentaría la crisis social”, recordando que el presidente ya debió enfrentar durante su primer mandato una fuerte protesta social, las recordadas manifestaciones de los “chalecos amarillos”. Pero, más allá del proyecto, el mandatario de 45 años, reelegido hace casi un año con la promesa de reformar la segunda economía de la Unión Europea, se jugaba con esta iniciativa el poder aplicar su programa durante este segundo mandato.
En tanto, 7 mil toneladas de basura se amontonan desde hace días en las calles de Paris, incluso en los alrededores de la Torre Eiffel. La acumulación de desechos en la capital francesa es el resultado directo del paro de los trabajadores del servicio municipal, tal vez los más efectivos opositores a la reforma de las pensiones impulsada por Macron.
Y como la tradición francesa demanda que el pueblo salga a las calles dispuesto a luchar por lo que estiman justo, miles de francesas y franceses se dirigían la tarde de este jueves hacia la sede de la Asamblea Nacional, justo después del anuncio del polémico mecanismo, convocados por organizaciones de estudiantes al grito “¡Eh, Manu, Manu, 49.3 o no, tu reforma no la queremos!”.
Crédito: Luis Hernán Schwaner – Diario UChile