Cuasimodistas de Peñalolen

Festividad de Cuasimodo



La Fiesta de Cuasimodo es considerada una expresión de religiosidad popular característica de la Zona Central de Chile, y desde sus orígenes, en la época de la Colonia, se celebra el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.

El nombre de Cuasimodo tiene su origen en el texto latino de la antífona introductoria del domingo después de Pascua de Resurrección: “Quasi modo geniti infantes” (“como niños recién nacidos”), tomada de la Primera Carta del Apóstol San Pedro, capítulo dos, versículo dos.

La tradición campesina de “Correr a Cristo” (los cuasimodistas corren al lado de la carroza que lleva al sacerdote con el Santísimo Sacramento) se remonta a la época de la Colonia, cuando el sacerdote llevaba la comunión a los enfermos y ancianos que no podían cumplir con el deber de comulgar, al menos una vez al año y de modo especial en Pascua de Resurrección, como fue recomendado por el Concilio de Trento. A raíz de los reiterados asaltos a los religiosos que llevaban las hostias en cálices y copones, los sacerdotes se hicieron acompañar por huasos a caballos.

Esta singular expresión de la piedad popular, definida por Juan Pablo II como un “verdadero tesoro del pueblo de Dios” (La Serena, 5 de abril de 1987), es el cumplimiento de una disposición establecida en el Concilio de Trento, de comulgar una vez al año, en Pascua de Resurrección. Con este objeto, el sacerdote lleva la comunión a los enfermos, ese día, acompañado de jinetes, ciclistas y carruajes engalanados, en un ambiente de devoción y alegría.

Posteriormente, los cuasimodistas fueron adquiriendo las costumbres propias de la cultura rural del centro de Chile y sus atuendos típicos, entre el pañuelo-que reemplazó al sombrero de huaso- y la esclavina, pequeña capa que deriva de la vestimenta sacerdotal. Hoy en día, además del caballo, los cuasimodistas se movilizan en bicicletas, triciclos y automóviles.

Actualmente la fiesta de Cuasimodo se celebra con especial colorido en parroquias de las comunas de Maipú, Quinta Normal, Cerro Navia, Quilicura, Lampa, Padre Hurtado, Peñaflor, Huechuraba, Isla de Maipo, Talagante, Melipilla, Curacaví, Renca, entre otras.

La tradicional fiesta de Cuasimodo se realiza en todo el país una semana después de la Pascua de Resurrección.

Los Cuasimodistas de Quilicura acompañan al sacerdote que lleva la comunión a los enfermos y ancianos del sector.

 

Cuasimodo no es sólo una festividad religiosa con características folclóricas. Es el gran día del huaso del valle central. Para el cuasimodistas, la llegada de tan significativo día tiene una larga preparación que se inicia, a veces, con meses de anticipación. Hay que repasar los arreos, hay que diseñar la decoración que adornará el animal o a la bicicleta: cintas, flores, telas. Sí, porque Cuasimodo, a pesar de ser una fiesta, no tiene música. El sonido está en la campana que anuncia la llegada de Jesús sacramentado; en las jaculatorias que pregonan los jinetes, como “Viva Cristo Rey”, o en la oración que ha resonado, desde los inicios, por calles, caminos, valles o más allá de las montañas: “Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios de los Ejércitos; llenos están los cielos de la majestad de vuestra gloria; Gloria al Padre; Gloria al Hijo; Gloria al Espíritu Santo”. Quizá no hay en América fiesta más hermosa. En ella se unen la fe y la historia de un pueblo que cabalga al encuentro con Cristo.

“Correr a Cristo” Los Cuasimodistas corren en sus cabalgaduras junto a Cristo. Carritos, bicicletas especialmente adornadas para la ocasión.

Entre los hechos que se han modificado está la uniformidad en los pañuelos que usan los cuasimodistas en señal de respeto, pues ante la presencia del Santísimo Sacramento, los huasos se quitan sus sombreros. Paulatinamente han desaparecido los variados colores de aquellos pañuelos. Ahora predominan el blanco y el amarillo, que son los usados en el emblema papal. Lo mismo ocurre con la esclavina que llevan en la espalda que está tomada de la vestimenta sacerdotal (especie de capa corta). Esta se adorna con figuras sacras, lemas religiosos o los frutos de nuestros campos.



Hasta hoy, Cuasimodo nos invita a “correr” junto a Cristo, anunciando su presencia real en la Eucaristía. Día a día “corramos con Él, permanezcamos junto a Él; busquémoslo y amémoslo”.